un mayor dominio de los movimientos, especialmente de manos y brazos. Por ejemplo, la grafomotricidad requiere un desarrollo suficiente de la motricidad fina.
Estas actividades que comentamos a continuación sirven para desarrollar la motricidad fina, desde tres puntos de vista: la destreza de manos, la destreza de dedos y la coordinación visual y manual.
Muchas son actividades espontáneas que realizan los niños ya desde bebés en contacto con su entorno y con los padres (por ejemplo, dar palmas, coger objetos…); otras son actividades más dirigidas, y la mayoría no son sino un modo de jugar.
En cualquier caso, recordemos que el desarrollo de la psicomotricidad se produce normalmente conforme crece el niño, pero si hay alguna deficiencia (que deberá determinar un especialista) se puede estimular su desarrollo llevando a cabo estas actividad.
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